Las Mesas

Alzó una ceja al escucharla.
- claro, encima mía, esa clase de sofocos.

Miro a Kat, alzando una ceja también.
-No? Mi hijo no opina lo mismo.

Parecia que se habia metido de cabeza en la boca del lobo.
Los miro, intentando cambiar de tema.
- Nadie puede negar que no sois iguales.
Por lo menos, alzando cejas.

Sonrio, no sabia si halagado, ofendido, orgulloso, avergonzado.. era algo raro.
-Y tu parece que quieras salir cagando leches.

- Vamos Kat no soy tan malo como él.
Que le gustaba ponerlas nerviosas y si eran más mayores que él mejor que mejor.

- ¿Eso parece? Puede que un poco si, pero no hago caso a esa parte de mi cabeza.
Sonrio.
Miro a Helios.
- ¿Y como eres tu?

- Simpático, bueno, cariñoso - le puso ojitos de cordero - vamos todo un santo.

El tendria que hacerle caso a la suya, y tendría que irse de alli.
Le robo una cervea a uno que pasaba por ahi, para no prestar atención al niño y sus cosas.

Miro a Helios sorprendida, no sabia el porque, pero le costaba creer la ultima parte.
- ¿Todo un santo? ¿De verdad?

Se llevó una mano al pecho.
- Por supuesto.

Se levantó.
-Yo mejor me voy.
No quería ver esa faceta de su hijo.

Vio a War alejarse.
Suspiro, algun dia se tenia que afrontar a miedos como este.
- Tendre que creerlo, pero solo por la mirada del gato de Shrek
Se sonrojo.

- ¿Y eso?
¿Qué bicho le habría picado?
- De verdad soy una santo, solo me falta la aureola de ángel.
Más bien los cuernos de demonio.
Se inclinó un poco más sobre la mesa, rozando su labios con los de ella.
- Ahora vuelve a sonrojarte para mí.

- Los santos son aburridos.
Se le escapo.
Se puso como un tomate al verlo tan cerca de ella, su color aumento con su roce.
- Helios, no soy una señal de esas intermitentes.
Aunque lo parecia casi siempre.

Lamió el labio inferior de Kat y luego lo atrapó mordiéndolo.
- Los dos sabemos que no soy ningún santo.

Se puso aun mas roja, notando como quemaban sus mejillas.
- Helios...
Se aparto en cuanto le solto el labio. La intimidaba tenerlo tan cerca.
- ¿Y en que grupo estas?

- En los malos malosos.
Sin darle tiempo de reacción llevó su mano hasta la nuca de ella tirando para poder besarla con hambre, sin dejar de recorrer su boca como si tuviera todo el timpo del mundo.

Le devolvio el beso hasta que se dio cuenta de lo que estaba haciendo. Se aparto, le habian llegado imagenes de su ultimo dia como humana.
- Lo.. Lo siento.

La cogió por el mentón, alzándole la cara.
- ¿Qué ocurre?

- Nada...
Se le daba tan bien mentir como el no sonrojarse.

- Eso no cuela, algo pasa.
Tenía los poderes de dios y espíritu no eran ningún crío al que pudiera mentir tan fácilmente.

- Recuerdos de un dia horrible.
Miro para otro lado al decirlo, no le gustaba ni hablar ni recordar ese dia.

- ¿Me lo cuentas?
Aun tenía la mano en la nuca, y la acariciaba con el dedo pulgar.

Suspiro, su caricia la relajaba pero seguia siendo muy duro recordar.
- Un dia que hizo que no me fiare de nadie y me quedara sola para siempre.

- Eso es muy duro, nadie debería estar solo.
Y menos ella que parecía buena chica.